sábado, 25 de enero de 2020
Historia de la carne asada
Saltillo, Coahuila.- México es un país de contrastes, multicultural, lleno de colores olores y sabores y no es para menos, pues mientras en el sur las fértiles tierras y las prominentes lluvias facilitan los cultivos; en el norte el desierto forja el carácter de la gente que ahí habita.
“La cultura termina donde comienza la carne asada”, dijo algún día el político, pensador y escritor mexicano, José Vasconcelos, refiriéndose al norte de México, seguramente para hacer referencia a lo recio que son los habitantes de esa parte del país, pues la cultura es diferente; la cultura gira en torno al asador.
No faltan pretextos para prender el carbón y poner a asar algunos cortes de carne; así, sólo con un poco de sal, y es que en el norte la fiesta huele a humo, sabe a gloria y se disfruta en los traspatios o cocheras en estos tiempos en donde los hombres, así Sindelantal, ni aditamentos de cocina especiales dominan el fuego, como en los primeros tiempos, para alimentar al resto de la tribu.
Algunos le llaman barbacoa, ese es otro cantar y sabor, pero la carne asada que se hace en el norte de México no se compara con nada, pues es herencia de los nómadas que habitaban estas tierras, de los pastores que luego tenían sus numerosos rebaños pastando en el basto desierto que, pese a la primera impresión siempre está lleno de vida.
Por eso aquella frase de Vasconcelos nunca ha sido más errónea, pues aunque no se tenga una serie de utensilios sofisticados y se cocine Sindelantal, ni guantes, ni bajo el techo de la cocina la carne asada en el norte de México representa gran parte de la cultura y el carácter de la gente que habita en el desierto.
“La cultura termina donde comienza la carne asada”, dijo algún día el político, pensador y escritor mexicano, José Vasconcelos, refiriéndose al norte de México, seguramente para hacer referencia a lo recio que son los habitantes de esa parte del país, pues la cultura es diferente; la cultura gira en torno al asador.
No faltan pretextos para prender el carbón y poner a asar algunos cortes de carne; así, sólo con un poco de sal, y es que en el norte la fiesta huele a humo, sabe a gloria y se disfruta en los traspatios o cocheras en estos tiempos en donde los hombres, así Sindelantal, ni aditamentos de cocina especiales dominan el fuego, como en los primeros tiempos, para alimentar al resto de la tribu.
Algunos le llaman barbacoa, ese es otro cantar y sabor, pero la carne asada que se hace en el norte de México no se compara con nada, pues es herencia de los nómadas que habitaban estas tierras, de los pastores que luego tenían sus numerosos rebaños pastando en el basto desierto que, pese a la primera impresión siempre está lleno de vida.
Por eso aquella frase de Vasconcelos nunca ha sido más errónea, pues aunque no se tenga una serie de utensilios sofisticados y se cocine Sindelantal, ni guantes, ni bajo el techo de la cocina la carne asada en el norte de México representa gran parte de la cultura y el carácter de la gente que habita en el desierto.
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